Dios es celoso



Recuerdo que desde muy pequeño oía a mis padres y a mis maestros de escuela dominical insistiendo en que Dios es celoso. No sabía muy bien qué querían decir pero yo asentía con la cabeza porque era obediente y confiaba en ellos. Cuando crecí y me enamoré empecé a dejar de confiar en mis padres y en mis profesores pero recordaba aquellas palabras. Me parecía lógico que Dios quisiese que le adorasen sólo a él, pensé que era apropiado que él no quisiese compartir el espacio con ningún otro dios. Tenía sentido para mi, y aunque los celos estaban muy mal vistos, al fin y al cabo yo tampoco quería compartir a mi chica con nadie. Estaba, sin embargo, muy lejos de entender lo que Dios quería decir cuando decía que es celoso. Ahora, lejos de mis padres, abandonado por aquella chica, y también por otras, abatido por la desgracia de no encontrar un lugar en el mundo en plena mediana edad, no puedo dejar de maravillarme al encontrarme con una nueva dimensión de los celos de Dios y lo he hecho hoy mismo, escuchando el capítulo 49 del libro del profeta Isasías. En este texto Dios está muy lejos de parecerse al típico novio celoso, furioso, impotente y cegado por el miedo a perder. "Sí, -dice el texto al final- al guerrero se le arrebatará el cautivo, y del tirano se rescatará el botín; contenderé con los que contiendan contigo, y yo mismo salvaré a tus hijos. Haré que tus opresores se coman su propia carne y se embriaguen con su propia sangre, como si fuera vino.". "Perder" no entra en su lenguaje.

Escúchenme, costas lejanas,
oigan esto, naciones distantes:
El Señor me llamó antes de que yo naciera,
en el vientre de mi madre pronunció mi nombre.
Hizo de mi boca una espada afilada,
y me escondió en la sombra de su mano;
me convirtió en una flecha pulida,
y me escondió en su aljaba.
Me dijo: «Israel, tú eres mi siervo;
en ti seré glorificado.»
Y respondí: «En vano he trabajado;
he gastado mis fuerzas sin provecho alguno.
Pero mi justicia está en manos del Señor;
mi recompensa está con mi Dios.»

Y ahora dice el Señor,
que desde el seno materno me formó
para que fuera yo su siervo,
para hacer que Jacob se vuelva a él,
que Israel se reúna a su alrededor;
porque a los ojos del Señor soy digno de honra,
y mi Dios ha sido mi fortaleza:
«No es gran cosa que seas mi siervo,
ni que restaures a las tribus de Jacob,
ni que hagas volver a los de Israel,
a quienes he preservado.
Yo te pongo ahora como luz para las naciones,
a fin de que lleves mi salvación
hasta los confines de la tierra.»

Así dice el Señor,
el Redentor y Santo de Israel,
al despreciado y aborrecido por las naciones,
al siervo de los gobernantes:
«Los reyes te verán y se pondrán de pie,
los príncipes te verán y se inclinarán,
por causa del Señor, el Santo de Israel,
que es fiel y te ha escogido.»
Restauración de Israel
Así dice el Señor:
«En el momento propicio te respondí,
y en el día de salvación te ayudé.
Ahora te guardaré, y haré de ti
un pacto para el pueblo,
para que restaures el país
y repartas las propiedades asoladas;
para que digas a los cautivos: "¡Salgan!" ,
y a los que viven en tinieblas: "¡Están en libertad!"
»Junto a los caminos pastarán
y en todo cerro árido hallarán pastos.
No tendrán hambre ni sed,
no los abatirá el sol ni el calor,
porque los guiará quien les tiene compasión,
y los conducirá junto a manantiales de agua.
Convertiré en caminos todas mis montañas,
y construiré mis calzadas.
¡Miren! Ellos vendrán de muy lejos;
unos desde el norte, otros desde el oeste,
y aun otros desde la región de Asuán.»

Ustedes los cielos, ¡griten de alegría!
Tierra, ¡regocíjate!
Montañas, ¡prorrumpan en canciones!
Porque el Señor consuela a su pueblo
y tiene compasión de sus pobres.

Pero Sión dijo: «El Señor me ha abandonado;
el Señor se ha olvidado de mí.»

«¿Puede una madre olvidar a su niño de pecho,
y dejar de amar al hijo que ha dado a luz?
Aun cuando ella lo olvidara,
¡yo no te olvidaré!
Grabada te llevo en las palmas de mis manos;
tus muros siempre los tengo presentes.
Tus constructores se apresuran;
de ti se apartan tus destructores
y los que te asolaron.
Alza tus ojos, y mira a tu alrededor;
todos se reúnen y vienen hacia ti.
Tan cierto como que yo vivo,
—afirma el Señor—,
a todos ellos los usarás como adorno,
los lucirás en tu vestido de novia.

»Aunque te arrasaron y te dejaron en ruinas,
y tu tierra quedó asolada,
ahora serás demasiado pequeña para tus habitantes,
y lejos quedarán los que te devoraban.
Los hijos que dabas por perdidos
todavía te dirán al oído:
"Este lugar es demasiado pequeño para mí;
hazme lugar para poder vivir."
Y te pondrás a pensar:
"¿Quién me engendró estos hijos?
Yo no tenía hijos, era estéril,
desterrada y rechazada;
pero a éstos, ¿quién los ha criado?
Me había quedado sola,
pero éstos, ¿de dónde han salido?" »
Así dice el Señor omnipotente:
«Hacia las naciones alzaré mi mano,
hacia los pueblos levantaré mi estandarte.
Ellos traerán a tus hijos en sus brazos,
y cargarán a tus hijas en sus hombros.
Los reyes te adoptarán como hijo,
y sus reinas serán tus nodrizas.
Se postrarán ante ti rostro en tierra,
y lamerán el polvo que tú pises.
Sabrás entonces que yo soy el Señor,
y que no quedarán avergonzados
los que en mí confían.»

¿Se le puede quitar el botín a los guerreros?
¿Puede el cautivo ser rescatado del tirano?
Pero así dice el Señor:
«Sí, al guerrero se le arrebatará el cautivo,
y del tirano se rescatará el botín;
contenderé con los que contiendan contigo,
y yo mismo salvaré a tus hijos.
Haré que tus opresores se coman su propia carne
y se embriaguen con su propia sangre,
como si fuera vino.
Toda la humanidad sabrá entonces
que yo, el Señor, soy tu Salvador;
que yo, el Poderoso de Jacob, soy tu Redentor.»

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