No en vano ese pastor luterano de Bergman, creo recordar que de su película Los Comulgantes, recomendaba la lectura de la Biblia a su ayudante como método para coger mejor el sueño. Yo mismo, que persigo las páginas de este libro como si fuese el aire para respirar, ¿cuantas horas no habré pasado leyendo textos de la Biblia como si fuesen los jeroglíficos del Museo Arqueológico?. Especialmente textos del Antiguo Testamento, esas lecturas que un amigo denominaba "historias de batallitas". ¡El libro de Jueces por ejemplo!. Y encima, en este caso especialmente, cuando uno acaba entendiendo algo se da cuenta de que es una burrada. ¡Gracias a Dios por las burradas en la Biblia!, ¡y gracias a Dios también por las grandes enseñanzas que hay detrás de las burradas!. Mi pastor, amigo y maestro José de Segovia sabe bien cómo disfrutar de estos textos y, a diferencia de mi, sacar la enseñanza que se esconde detrás. Esta mañana volvía a reescuchar la grabación de una de las predicaciones que recuerdo haber oido originalmente en Madrid, palabras que habían sido dichas para no más de diez o doce personas, casi todas ellas cargadas por el peso del verdadero lado salvaje de la vida, esto es, el lado de la vida privado ya de todo placer, pero con la seguridad de que había vida allí -porque allí se hablaba de la Palabra de Dios. Oía, como decía antes, la exposición del texto de Jueces 11 donde se presenta a Jefté, uno de los muchos libertadores enviados por Dios en este tiempo de desorden, un hombre ciértamente esforzado y valiente, y curiosamente también hijo de una prostituta, deshechado por sus propios hermanos y siempre acompañado de gente ociosa. La constante de este libro por mostrar los defectos de sus heroes no puede dejar de cautivarme y me permite, al compararme con ellos, disfrutar aun más de la gracia de Dios. Si Dios no busca gente perfecta entonces yo puedo ser amado por él y ser acogido entre sus brazos, y esperar que también en mi haga maravillas.
Comentarios
nuestras manos agrietadas, nuestro paso lento...
...Sublime Gracia...