junto a los rios de babilonia


"Junto a los ríos de Babilonia,
allí nos sentábamos y aun llorábamos.
Sobre los sauces en medio de ella
colgamos nuestras arpas.

Y los que nos habían llevado cautivos
nos pedían que cantásemos.
Y los que nos habían desolado
nos pedían alegría, diciendo:
Cantadnos algunos de los cánticos de Sión.

¿Cómo cantaremos cánticos de JHV
en tierra de extraños?
Si me olvidare de ti Jerusalén
pierda mi diestra su destreza.
Mi lengua se pegue a mi paladar
si no exaltase a Jerusalén
como preferente asunto de mi alegría.

Oh JHV recuerda contra los hijos de Edom
el día de Jerusalén, cuando decían:
Arrasadla, arrasadla hasta los cimientos.
Hija de Babilonia la desolada.
Bienaventurado el que te diere el pago
de lo que tú nos hiciste.
Dichoso el que tomare
y estrellase tus niños contra la peña"

Salmo 137

La condición de Dios que le lleva a no querer participar de nuestro pecado le lleva a menudo, a lo largo de las Sagradas Escrituras, a querer apartarse de nosotros. Los judíos que habían sido llevados a Babilonia sabían cual había sido la razón. Era un castigo que había sido advertido en la ley de Moisés y recordado por numerosos profetas antes, durante y después del exilio. El exilio no sólo suponía para el judío las molestias propias de tener que abandonar su tierra sino que además suponía perder la relación con el templo -el centro de su vida religiosa.

La reunión del pueblo judío en Jerusalén, con el descubrimiento de la ley, trae aflicción al pueblo pero Nehemías ordena al pueblo que se haga un esfuerzo por alegrarse y compartir la alegría en abundancia (Neh. 8,9-12). A menudo observamos que Dios se manifiesta de manera que sus bendiciones sobreabundan, son más de las que somos capaces de recibir. Es la idea, por ejemplo, de la referencia en el Salmo 23: "mi copa está rebosando". ¿Cual es el sentido de ese vino que no cabe en la copa y se derrama sobre la mesa echándose aparentemente a perder? El hombre a menudo se siente incómodo con esta generosidad y es incapaz de encontrarle utilidad pero no así Dios, que demuestra de esa manera estar muy por encima de nuestras limitaciones. Sobraba maná, y es por eso que a veces algunos guardaban para el siguiente día, manifestando así lo terriblemente equivocados que estaban y la poquísima fe que tenían en que ese mismo Dios que era capaz de crear comida de la nada fuese a faltar a su palabra (Deut. 8,2-3). ¿Cúal fue la razón por la que Jesús multiplicó el vino en aquella boda siendo que los invitados ya debían estar en el punto en el que se comienza a perder la agilidad de los sentidos? No podemos pensar que este milagro no tuviese ninguna utilidad para el reino, ni el momento elegido para hacerlo tampoco. ¿Qué pretendía hacer Dios con la comida que sobró el día que alimentó a más de 5000 personas? No puedo imaginar que Dios pensase con ello una segunda comida a la que los apóstoles debían llevar las sobras para así evitar tener que hacer dos milagros. Aunque estoy seguro de que pudieron encontrarle una buena utilidad a lo que sobró puedo imaginar que Dios estaba nuevamente dejando ver que es dadivoso, que nuestras limitaciones no son precisamente las suyas, que desea que disfrutemos en abundancia de lo que él nos da, que no pensemos con escasez, que seamos generosos y agrandemos la medida de nuestra tienda.

Que no estemos en este mundo para sufrir no quiere decir que lo estemos para disfrutar. No estamos en este mundo para disfrutar ni para sufrir sino para temer y obedecer de Dios en lo bueno y en lo malo. El luto, y me refiero por supuesto al luto de la mente, no tiene sentido a largo plazo bajo la luz de las Escrituras porque como ya decía Pablo nada en este mundo merece la pena ser estimado más que la inminencia del día de nuestra resurrección. El Salmo 137 es una expresión de ese luto, de esa fijación en una pena pasada, pero que se vé despojada de su valor con la fundación de la nueva Jerusalén a cargo de Nehemías, quien manda terminar el luto y comenzar a valorar lo que nos da -que en nuestro caso no es sino la redención.

Comentarios

Heredera ha dicho que…
"¡Quién nos diera a comer carne! ¡Ciertamente mejor nos iba en Egipto![...]No comeréis un día, ni dos días, ni cinco, ni diez, ni veinte, sino hasta un mes entero, hasta que os salga por las narices, y la aborezcáis, por cuanto menospreciasteis a Jehová [...]" Moises dudó y Dios respondió: ¿Acaso se ha acortado la mano de Jehová?
No, no se ha acortado,¡Dios da siempre abundantemente! Gracias Padre. No lo dudemos, ni menospreciemos.