precisamente porque no es como nosotros

Sabemos que Dios utilizaba los errores de las personas para cumplir, con ellos y a pesar de ellos, su voluntad. Pero también sabemos que eso no justifica el error. Tenemos un buen ejemplo de todo esto en los episodios en los que Dios utiliza a un primer pueblo para castigar un segundo y un tercero para castigar al primero. Digo esto porque a menudo creemos que podemos ser, con nuestros errores y pecados, la espada que imparta justicia y ciertamente podemos, pero no sin pagar un precio. Ocurre aquí, como en el caso del tropiezo, que según Jesús ha de producirse, "pero ¡ay de aquel por el que viene el tropiezo!". Nadie debería, si desea seguir el ejmplo de Jesús, que desea la salvación y no el castigo a los que le rechazan, creerse el brazo ejecutor de la ira de Dios. Al menos no sin que le tiemblen al mismo tiempo las piernas por lo que le pueda venir. Hay buenas razones para creer necesaria la separación de determinadas personas que llamándose cristianas viven como si no lo fueran. Pero no menos razones para que antes de eso haya habido un gran esfuerzo por parte de los pastores y por parte de toda la congregación para que eso no tenga que ocurrir. Para lo que no hay ninguna razón clara es para una separación matrimonial definitiva (excepto probablemnte en el adulterio). Por alguna razón en buena parte desconocida para nosotros Dios ha querido dar a esta relación una especial solidez. No en vano utiliza esa relación constantemente como símbolo de lo que desea que sea su relación con nosotros. Lo que desea para nosotros al final es precisamente una boda, no un contrato laboral o un bautizo, y eso debe ser significativo de lo que hay en la mente de Dios cuando piensa en el matrimonio. Pero sí, una de las grandes diferencias entre la relación de Dios con sus hijos y la de las personas entre sí es que esta segunda puede romperse fácilmente y de hecho se rompe por las razones más estúpidas. Dios dice que es precisamente porque no es como nosotros que permanecerá fiel.