no te parezca grave


A menudo nuestro institinto moral nos hace creer justo precisamente aquello que no es la voluntad de Dios. Abraham, por ejemplo, queriendo evitarle males a Ismael y Agar, juzgó equivocado el deseo de Sara de echar fuera de la casa a estos. Pero Abraham tomó la precaución de preguntar a Dios antes de decidir y evitó así confundirse: "No te parezca grave" (Gn 21,8-21)- le dijo Dios a Abraham. Nuestras buenas intenciones no siempre justifican nuestras acciones. El camino que nos permite hacer la voluntad de Dios no es necesariamente el más fácil, ni siquiera el que le evita males a los que amamos, y a menudo tenemos que aceptar que la separación es la única manera que Dios utiliza para cumplir su deseo en la vida de unos y otros. A partir de que Adán y Eva tuvieron conocimiento del bien y el mal Dios comienza a dejar de poder cumplir sus planes perfectos con el hombre. ¿Por qué Dios no lleva adelante sus planes usando sus ideales de unidad en el amor?. No es que Dios no intervenga cuando el hombre peca, sino que interviene sobre el pecado del hombre, contando con sus consecuencias, involucrado en sus circunstancias, esperando del hombre no más de lo que este es capaz de hacer. En último extremo, por ejemplo, la solución de Dios al hombre no es ideal sino drástica: "arrepentíos o pereceréis" (y eso aún siendo también cierto que desea que nadie perezca). Por su pecado el hombre no está en disposición de esperar que Dios cumpla su plan ideal con él porque parte de una enemistad original: el pecado.


Hay divisiones que son, no digo necesarias, sino obligadas -porque son ordenadas o incluso impuestas por Dios como es la que produce la muerte. Pero también espera Dios que en ocasiones seamos nosotros quienes ejecutemos la separación. "Dejará el hombre a su padre y a su madre" podría decirse que es un mandamiento que le corresponde muchas veces al hombre determinar cuándo y cómo ha de cumplirla. "No penséis que he venido a traer paz a la tierra; no he venido a traer paz sino espada. Porque he venido para poner en disensión al hombre contra su padre, a la hija contra su madre y a la nuera contra su suegra, y los enemigos del hombre serán los de su casa" (Mt. 10,34-36). Es imprescindible entender que la separación y la división es algo que puede estar en los planes de Dios. Pero es todavía más importante entender que el fin último, al igual que lo era el original, es la unidad -también la de los creyentes, como consecuencia de nuestra relación con Dios, ahora de manera imperfecta pero esperando que llegue el día en el que la unidad sea completa. Hay en el libro de Éxodo una imagen que ilustra muy bien esta enseñanza pues a semejanza de nuestra vida todo el libro se desarrolla a través de dolorosos episodios que suceden durante la espera de recibir la promesa de la que están separados y a de la que no llegan a disfrutar en vida.


Cuando vemos a Agar e Ismael, apartados de su casa, podemos imaginar su dolor porque muchos hemos sido apartados en algún momento. Pero pocos hemos estado, como lo estubieron ellos, a punto de perder la vida. De esa historia debemos comprender que aun las situaciones más extremas para nosotros no están fuera del control de Dios y que la solución no va a ser siempre la restitución de la unidad perdida.

Comentarios

EinarOlafson ha dicho que…
Restitución... palabra grandiosa, tan grandiosa que no somos capaces de llevarla a cabo fácilmente... el perdón existe, pero el que nosotros otorgamos es imperfecto e incompleto... Dios puede dejar el papel sin arrugas pero el hombre no, simepre dejará las marcas de los dobleces...